La Bola y la Caja: Visualizando el Proceso del Duelo

Quería compartir con ustedes un tema que me ha tocado muy de cerca últimamente: el duelo. Sé que es algo por lo que todos pasamos en algún momento de la vida, y aunque puede ser un proceso abrumador y difícil de entender, la analogía de la bola y la caja puede explicar cómo el duelo va cambiando con el tiempo.

La Analogía de la Bola y la Caja

El duelo es una emoción compleja y profundamente personal que todos experimentamos en algún momento de nuestras vidas. Aunque a menudo puede sentirse abrumador y sin fin, es importante recordar que el duelo, al igual que una bola que rebota en una caja, cambia con el tiempo. Esta analogía, popularizada por Lauren Herschel, ayuda a explicar la naturaleza dinámica y a veces impredecible del duelo.

El Impacto Inicial de la Pérdida: Una Bola Grande que Rebota

Analogia de la bola y la caja

Imagina tu vida como una caja. Dentro de esta caja hay una bola grande que representa tu duelo, y un botón de dolor. Cuando experimentas una pérdida significativa por primera vez, la bola de duelo es enorme, casi llenando toda la caja. Cada movimiento, incluso el más leve, causa que la bola golpee el botón de dolor, desencadenando sentimientos de angustia emocional intensa.

Esta abrumadora presencia de duelo hace difícil funcionar como lo harías normalmente. Las tareas diarias simples pueden volverse desafiantes, y el botón de dolor parece activarse constantemente, reflejando los sentimientos frescos y crudos de tu pérdida.

Adaptándose en las Primeras Etapas

Al principio, podrías encontrarte retirándote de las actividades sociales o tomando tiempo libre de las responsabilidades para manejar tu duelo. Otros podrían sumergirse en el trabajo o en pasatiempos para distraerse del dolor. A pesar de estos esfuerzos, la bola de duelo sigue rebotando, golpeando ocasionalmente el botón de dolor de manera inesperada, lo que puede traer ráfagas de tristeza o un profundo sentido de pérdida.

La Bola de Duelo Se Encoge con el Tiempo

A medida que pasa el tiempo, la bola comienza a encogerse. Esto no significa que el dolor desaparezca; más bien, las ocurrencias de golpear el botón de dolor se vuelven menos frecuentes. Comienzas a encontrarte capaz de participar en actividades y responsabilidades normales sin sentirte abrumado por el duelo.

Ajustes a Largo Plazo

Incluso con la bola haciéndose más pequeña, todavía puede golpear el botón de dolor de vez en cuando. Podrías estar llevando un día normal cuando algo desencadena un recuerdo de la persona que perdiste, y el dolor se siente tan agudo como si la pérdida acabara de ocurrir. Sin embargo, estos momentos se vuelven menos frecuentes con el tiempo, permitiéndote encontrar un nuevo sentido de normalidad.

Viviendo con la Bola de Duelo más Pequeña

A medida que la bola se encoge, el espacio que ocupaba lentamente se llena con recuerdos, lecciones y el amor que compartiste con la persona que ya no está. Estos elementos positivos actúan como un amortiguador, suavizando el impacto cuando la bola sí golpea el botón de dolor.

El Papel de la Aceptación

Llegar a un punto de aceptación no significa que estés de acuerdo con la pérdida o que el dolor haya desaparecido completamente; significa que has encontrado una manera de vivir con esta nueva realidad. La aceptación podría implicar reconocer la ausencia permanente del ser querido mientras también se aprecia el tiempo y las experiencias compartidas con ellos.

Perspectivas Futuras y Sanación

Con el tiempo, la bola de duelo pierde más aire, golpeando el botón de dolor con menos frecuencia y menos intensidad. Este cambio gradual te permite mirar hacia adelante y concentrarte en la gratitud por la relación que tuviste, en lugar de solo en la pérdida.

Buscando Ayuda Cuando Sea Necesario

Si encuentras que el duelo es abrumador o si la bola no parece encogerse, podría ser útil buscar apoyo de un profesional de la salud mental. Pueden proporcionar orientación y herramientas para ayudarte a manejar tu duelo de manera más efectiva, asegurando que la bola se encoja a un ritmo natural.


El duelo no es un proceso lineal, y no hay una manera correcta o incorrecta de experimentarlo. El duelo de cada persona es único, moldeado por su relación, personalidad y experiencias de vida. La analogía de la bola y la caja es una herramienta útil para visualizar y entender el flujo y reflujo del duelo, ofreciendo una representación visual de cómo el duelo puede cambiar y evolucionar con el tiempo. Al reconocer este proceso, los individuos pueden encontrar maneras de sobrellevar su pérdida y eventualmente encontrar un camino hacia la sanación, lleno de recuerdos y amor que perduran más allá del dolor.

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Me recuerda a la analogía del duelo que llega en olas / el duelo es como un naufragio:

En cuanto al duelo, descubrirás que llega en olas. Cuando el barco se hunde por primera vez, te estás ahogando, con restos flotando a tu alrededor. Todo lo que flota a tu alrededor te recuerda la belleza y la magnificencia del barco que fue, y que ya no está. Y todo lo que puedes hacer es flotar. Encuentras algún pedazo de los restos y te aferras a él por un tiempo. Quizás sea algo físico. Quizás sea un recuerdo feliz o una fotografía. Quizás sea una persona que también está flotando. Por un tiempo, todo lo que puedes hacer es flotar. Mantenerte vivo.

Al principio, las olas son de 30 metros de altura y te golpean sin piedad. Vienen cada 10 segundos y ni siquiera te dan tiempo para respirar. Todo lo que puedes hacer es aferrarte y flotar. Después de un tiempo, quizás semanas, quizás meses, encontrarás que las olas siguen siendo de 30 metros de altura, pero vienen más separadas. Cuando llegan, aún te golpean por completo y te dejan sin fuerzas. Pero entre ellas, puedes respirar, puedes funcionar. Nunca sabes qué va a desencadenar el duelo. Podría ser una canción, una imagen, una intersección de calles, el olor de una taza de café. Puede ser casi cualquier cosa… y la ola llega arrasando. Pero entre ola y ola, hay vida.

En algún momento, y es diferente para cada persona, descubres que las olas solo tienen 25 metros de altura. O 15 metros de altura. Y aunque todavía llegan, lo hacen más espaciadas. Puedes verlas venir. Un aniversario, un cumpleaños, la Navidad, o aterrizar en el aeropuerto de Chicago O’Hare. Puedes verlo venir, en su mayoría, y prepararte. Y cuando te envuelve, sabes que de alguna manera, volverás a salir del otro lado. Empapado, balbuceando, aún aferrado a algún pequeño pedazo de los restos, pero saldrás.

Tómalo de alguien que ya ha vivido mucho. Las olas nunca dejan de venir, y de alguna manera no quieres realmente que lo hagan. Pero aprendes que sobrevivirás a ellas. Y vendrán otras olas. Y también sobrevivirás a esas. Si tienes suerte, tendrás muchas cicatrices de muchos amores. Y de muchos naufragios.

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Muy interesante. Siempre lo he pensado como que a medida que vas creciendo, aplacas tu dolor. No necesariamente porque el dolor se haga más pequeño.

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Es una gran analogía. Gracias por compartir

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Muy cierto. Yo la había escuchado así: “Tu dolor no disminuye, pero con el tiempo creces a su alrededor.”

En cuanto a la duración del dolor, es diferente para cada persona. No hay una línea de tiempo que todos sigan.